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Estrategias para ser un buen entrenador: liderar acompañando

Banquillo de baloncesto con entrenador

Cómo ser un buen entrenador

Un buen entrenador deja que los jugadores sean los protagonistas

Decía Marcelo Bielsa que los grandes líderes se caracterizan por hablar poco. Eso deja entrever que lo que los caracteriza es su manera de ser y de actuar. Un mensaje por más elaborado que esté, sino se acompaña de actos probablemente tenga un corto recorrido.

Hace un tiempo leí sobre el efecto Ivanovic en los banquillos, donde en el corto plazo todos sus equipos reaccionan de sobremanera, teniendo inicios fulgurantes, pero que poco a poco se van diluyendo. José Mourinho, otro gran líder, habitualmente se le asocia con un desgaste mental elevado en sus jugadores que hacen que no pueda estar más de 3 temporadas en un mismo club.

Banquillo de baloncesto con entrenador

De aspectos vinculados al liderazgo hablaré en este artículo y, sobre todo, de cómo acompañar a los jugadores en la consecución de sus objetivos y anhelos. Ellos son los protagonistas, nosotros les acompañamos. Un profesor de universidad siempre nos decía: mejoran a pesar de nosotros.

Un buen entrenador tiene que conocer su lugar

Siempre me he definido como un jugador frustrado. Nos gustaría estar en la pista, tomando decisiones y disfrutando de la cooperación, de la oposición o reviviendo momentos y experiencias compartidas con compañeros y adversarios. Sin embargo, nuestro rol es secundario, aunque totalmente indispensable. Nuestro rol es de ser “compañeros” de viaje de los auténticos protagonistas, los jugadores.

Tipos de liderazgos que un buen entrenador debe conocer

Hay muchos tipos de liderazgo en un vestuario. Desde el líder técnico, al que todos acuden cuando las cosas pintan mal en cancha, hasta el líder social, aquel que permite que el día a día se dé en una atmósfera muy positiva. Es obvio, que hay distintos líderes en un vestuario. Está el jugador que cuando habla todos escuchan, el capitán. El entrenador también ha ser visto por los jugadores como un líder. Ha de serlo y comportarse como tal.

El liderazgo del entrenador no debe ser impuesto. Si es así, el liderazgo desaparece en el momento que aparecen los malos resultados o en el momento que se produce un cambio de entrenador.  Hay cosas donde los entrenadores no son considerados como líderes por sus jugadores. Muy sonado fue el motín de la selección francesa en el Mundial de 2010 a Raymond Domènech, donde los jugadores hablaban de la autogestión del vestuario por encima de las directrices de su entrenador.

El entrenador siendo un buen líder

El liderazgo es parte esencial de un colectivo, es un determinante en la efectividad que pueda llegar a alcanzar un equipo, así como la optimización de los recursos individuales de cada jugador. Los entrenadores debemos ser líderes por auténtica vocación, por tanto, no debemos querer subordinados o súbditos, sino seguidores que crean en nosotros.

Como dije anteriormente, considero que un entrenador es un acompañante del camino de los jugadores, que les ayudará a construirse como baloncestistas y personas. Es por esto, que el entrenador-líder, debe conocer cuáles son las metas del grupo para así, otorgarles las herramientas necesarias para que las alcancen.

Clases de líderes que un buen entrenador debe de conocer

* Autoritarios:

un único líder en el grupo quien no justifica ninguna de las decisiones que toma y gestiona, existiendo una comunicación únicamente unidireccional. Quizá el más desfasado en la actualidad. No tiene gran recorrido. Mucho menos en formación.

* Democrático:

toma las decisiones tras someterlas a discusión y consenso. Hay que tener cuidado con este tipo de liderazgo, ya que los propios jugadores esperan en ocasiones que nosotros seamos quienes dirijamos el camino. Encontrar el equilibrio es clave.

* Dejar hacer:

el entrenador deja a un lado el papel de líder y se limita a aportar los medios, ya que en este tipo de liderazgo los jugadores son quienes tienen todo el control en sus manos. Es un error de interpretación con respecto al democrático. No es hacer lo que quieran lo que busca el democrático, sino que el entrenador marque unas directrices, sea un guía hasta la consecución de los objetivos que entre todos se han consensuado.

Elecciones de liderazgo que un buen entrenador debe tomar

Sinceramente, creo que un entrenador debe ser democrático ya que va a provocar un incremento del rendimiento y satisfacción en los jugadores favoreciendo aspectos tan relevantes para el baloncesto como la cohesión grupal. Además, involucrarlos en la toma de decisiones provocará un compromiso mayor con las decisiones que se han tomado, lo que puede ser garantía de que todos luchen por los objetivos grupales.

Siguiendo con la figura del líder secundario, el entrenador no sólo debe impulsar proyectos deportivos y conseguir el máximo potencial de sus jugadores, sino que debe llegar a generar “autolíderes” entre ellos, Tratamos con personas con diferentes experiencias, objetivos y expectativas. Debemos ayudarles a encontrar su camino.

Como ser un buen entrenador

El profesor de Universidad David Cárdenas, lo definía a las mil maravillas: el objetivo de todo entrenador es dejar de ser indispensable, de modo que construyamos jugadores autónomos.  Clint Eastwood en la película Gran Torino, decía que lo difícil no es obedecer lo que te dicen, sino saber qué dirección tomar cuando nadie te obliga a hacer las cosas. Una frase que define el concepto de autoliderazgo que debemos inculcar a los jugadores.

Compromisos innegociables a la hora de ejercer la labor de entrenador

Hace unos años, escribía unos compromisos innegociables a la hora de ejercer la labor de entrenador, aplicables a cualquier categoría:

  • Exigencia con uno mismo y confianza en nuestras posibilidades. No tengamos miedo a equivocarnos. El baloncesto no para. Las recetas válidas hace 10 años ahora son caducas, debemos plantear nuevas preguntas para solucionar nuevos problemas. Un ejemplo muy claro es la ausencia de calle. Antes, todos los niños jugaban. En la actualidad, nadie juega. El entrenamiento debe abordar esa necesidad.
  • Inquietud: el baloncesto cambia, no podemos reducir nuestro aprendizaje a compartimentos totalmente estancos. La labor del entrenador va más allá que ejercer de tal 3 veces en semana + 1 partido o de los cursos. En la actualidad disponemos de multitud de recursos en RRSS, acceso a todo. Todo tiene sus pros y sus contras, pero aprovechar toda la amalgama de información de la que disponemos es algo que nos puede diferenciar del resto.
  • Respeto: todos tienen sus porqués. La empatía es ir desde el otro a nosotros. No al revés. Muchos entrenadores sacrifican horas con los amigos, con la familia, de trabajo, etc. Con tal de acompañar en el proceso formativo a jóvenes, a desarrollarlos como personas.
  • Involucración: Cruyff decía que siempre había entrenadores y enseñadores. Creo que debemos avanzar en la dirección del entrenador-enseñador y para ello, nosotros debemos ser auténticos referentes educativos-culturales para los jugadores.
  • Sorpresa: la grandeza del deporte es buscar la sorpresa independientemente de lo que la cordura o los objetivos nos digan. Un entrenamiento basado en la sorpresa despertará la curiosidad y por tanto, la motivación y la atención, variables claves para desencadenar el aprendizaje.

De jugador a entrenador: transformarnos para liderar el banquillo

Lo dije antes, yo fui un jugador fracasado. Me di cuenta lo efímera que es la práctica deportiva, cuando al finalizar mi etapa de junior decidí colgar las zapatillas de jugador y sumergirme en el maravilloso mundo del entrenamiento en baloncesto. Decidí estudiar Ciencias del Deporte para comprender a los deportistas desde una perspectiva científica. Pero el juego cambia, la sociedad cambia y nosotros debemos adaptarnos. No podemos ser camaleónicos, eso significa que cambiamos totalmente de color, que seríamos un fraude. Debemos ser orugas-mariposas, es decir, nos transformamos. Eso es el arte de entrenar.

Creo que si somos prudentes, no debemos valorar a los entrenadores únicamente por sus resultados deportivos. Esto, puede hacer que los que empezamos creamos que lo único valioso es la victoria y que cualquier cosa vale con tal de aspirar a ella. Dejemos el ego a un lado, aunque sea difícil.

El eje central son los jugadores y mucho más en formación, que como ya explicamos en este artículo, podemos ayudarles mucho a convertirse en los jugadores que quieran ser. Los entrenadores debemos dejar a un lado la arrogancia que muchas veces nace del éxito y la persecución indiscriminada del crecimiento que muchas veces deriva en querer saltarnos pasos a la hora de establecer un aprendizaje significativo con los jóvenes jugadores.

Conseguir resultados para un buen entrenador, más allá de lo deportivo

Un líder es aquel que hace ver a los demás la necesidad de superar el yo por el nosotros. Para ello, un entrenador debe pasar de disponer de un grupo de jugadores a construir un equipo. La clave para ello será confiar para recibir confianza y una congruencia entre los objetivos y los pasos que se desarrollan para conseguirlos.

En definitiva, creo fervientemente y así trato de aplicarlo como entrenador, que el baloncesto y el deporte en general debe aunar dos conceptos: la razón y la emoción. El deporte, no puede concebirse sin la emoción, pero los sentimientos sin conocimientos profundos de nuestro deporte son inservibles. Lo indispensable es no dejar de ser. Los jugadores pillan rápido a los impostores.

Ya lo decía Galeano, perseguir la utopía por más que se aleje es lo que nos hace caminar. Esto es lo que trato de transmitir con mi forma de entender el baloncesto, que los principios y convicciones son innegociables y que no sustituirlos por conveniencias podría hacer del deporte un elemento instrumental básico para construir una sociedad más justa y más culta.

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